Puede servir como tratamiento complementario para pacientes con cáncer.
Una bala de 9 milímetros atravesó el cráneo de Gabrielle Giffords, congresista republicana de los EEUU, le arrancó todo el lado izquierdo del cerebro y le causó grandes daños en la parte que controla el lenguaje. Tras el intento de asesinato, perdió su capacidad de hablar.
Aunque Giffords no podía decir la palabra “luz”, podía cantar “A esta pequeña luz mía, la dejaré brillar”.
Con la guía de un terapeuta musical, Giffords pudo reconectar su cerebro. La música involucra ambos hemisferios y el canto le permitió construir un centro del habla en el lado bueno, algo que ninguna droga puede hacer. Aunque Giffords no es tan elocuente o habladora como lo era, ha recuperado su capacidad de hablar.
La recuperación del habla de Giffords no es única. Desde tiempos inmemoriales, las culturas de todo el mundo han utilizado música para sanar. En chino, el carácter para la medicina evolucionó desde el carácter de la música; en la medicina china, se ve que diferentes tonos corresponden a diferentes órganos y sistemas del cuerpo.
Aunque el uso de la música para terapia está lejos de ser una práctica habitual en gran parte de la medicina moderna, durante décadas se ha aceptado, desde el primer programa académico para capacitar a músico terapeutas, establecido en 1944 en la Universidad Estatal de Michigan. La musicoterapia gana terreno a medida que la investigación continúa demostrando su valor para todo, desde pérdida de peso, trastornos psicológicos, al cáncer.
Según la Asociación Americana de Musicoterapia, la que representa a más de 5.000 músico terapeutas, la musicoterapia también puede ayudar a los niños autistas a desarrollar habilidades de comunicación, ayuda a mejorar funciones motoras a pacientes con Parkinson e incluso sirve como analgésico natural.
También puede ayudar a bebés prematuros a que mejoren los patrones de sueño y aumenten de peso. Jayne Standley, profesora de música, con temporada de cortesía en la escuela de medicina de la Universidad Estatal de Florida, halló en su investigación que si a los bebés prematuros se les daba un dispositivo que tocaba canciones de cuna, encendidas por su succión, salían de la UCI en promedio 11 días antes en comparación con bebés prematuros que no tenían acceso a la música.
Según los institutos nacionales de salud, la música puede ayudar con varias clases de recuperación y es una “intervención de bajo costo que a menudo reduce el dolor quirúrgico, de procedimiento, agudo y crónico”.
Un informe publicado en 1993 en la revista Journal of Music Therapy, decía que escuchar música también puede disminuir el cortisol, una hormona que en altos niveles hace que el cuerpo aumente la grasa del vientre.
En función de lo que un individuo necesita, los tratamientos de terapia musical van desde escuchar música, cantar, componer canciones, e incluso moverse según la música.
La música terapista Krystal Demaine aplaude junto a un estudiante autista en su casa de Beverly, Mass.,en esta foto. (Foto AP/Steven Senne)
Aquellos que no pueden hablar
Jacqueline Birnbaum, una experimentada terapeuta musical del Nordoff-Robbins Center for Music Therapy en la Universidad de Nueva York, que se especializa en ayudar a niños y adultos con retraso del desarrollo, explicó que la música puede ayudar a quienes no pueden hablar, a aprender a interactuar y a desarrollar habilidades de comunicación.
“Un niño puede ser no verbal, pero puede tener una conversación en la música”, dijo Birnbaum.
Por ejemplo, los niños pueden aprender a seguir un ritmo y después tomar la iniciativa en el juego, cuando la terapeuta los sigue. Sin embargo, destacó que la música no es una píldora milagrosa para sus clientes. Es una herramienta que les permite aumentar su capacidad de expresión.
“No curamos gente necesariamente, pero tratamos de desarrollar su potencial”, añadió.
Demencia
La música de nuestro pasado también nos puede conectar con la memoria de largo plazo. La música puede activar emociones y recuerdos, que de otro modo se pierden, especialmente en personas con demencia severa.
Dan Cohen, trabajadora social y fundadora de Music and Memory, sin fines de lucro, que ofrece a la tercera edad la música que más les gusta, a través de listas de reproducción personalizada del iPod, señaló que la música puede calmar a los ancianos con demencia, lo que reduce la necesidad de sedantes y los ayuda a reconectarse con seres queridos.
“La música puede ser un sustituto aceptable de medicamentos antipsicóticos, a menudo dañinos”, agregó. “Podría ya no reconocer a los miembros de su familia… pero la música lo ayuda [a recuperar recuerdos olvidados], a recordar el pasado y lo mantiene interactuando con personas que lo rodean”.
Para la anciana madre de Dave Roth, quien sufría de Alzheimer, escuchar una lista de reproducción personalizada hizo una gran diferencia. Al inicio de sus 80, la enfermedad había progresado hasta el punto en que sólo podía seguir cuatro frases, recuerda Roth. Pero cuando la hizo escuchar las grabaciones de su música religiosa favorita, ella pudo cantar la letra de las mismas.
Cáncer y sanación emocional
Las investigaciones demuestran que la musicoterapia también puede servir como tratamiento complementario para pacientes con cáncer.
Un estudio realizado por los hospitales universitarios de Cleveland, concluyó que la musicoterapia puede influir en las respuestas biológicas, tales como la frecuencia cardíaca y la presión arterial y puede aumentar la función inmune. También puede reducir la ansiedad y la angustia y ayudar a controlar el dolor y el malestar.
Hace casi 20 años, María Logis fue diagnosticada con la etapa 4 del linfoma no Hodgkin, y más tarde con cáncer de tiroides. Ella se encuentra actualmente en remisión de los dos tipos de cáncer, y aunque necesitó cirugía de tiroides, nunca tuvo que someterse a quimioterapia o a cirugía por linfoma.
Logis atribuye su recuperación a una variedad de factores, entre ellos cambios en la dieta y dijo que sin duda la musicoterapia la ayudó. Comentó que su músico terapeuta, a quien ha estado viendo desde que fue diagnosticada con linfoma, la ayudó a sentir emociones positivas durante un tiempo muy oscuro.
“La primera vez que lo vi, fue muy divertido. Me hizo reír “, dijo.
“Yo estaba preocupada, ansiosa, miedosa y desesperada, tanto que reír por unos minutos, me ayudaba a romper la terrible nube negra bajo la que estaba” explicó.
Las sesiones también le dieron resiliencia emocional. “La próxima vez que me reuní con él, lloré, lloré y lloré. Solté mis sentimientos de temor a médicos y tratamientos”, agregó. “La musicoterapia es un proceso profundo, de curación emocional”.