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Musica

Por Patricia Morales

La música puede ser un vehículo para el desarrollo integral del niño que abarque las áreas cognitiva, social, emocional, afectiva, motora, del lenguaje, así como la capacidad de lectura y escritura.

Los primeros tres años de la vida de un niño representan un periodo importante para su futuro, ya que se establece esa relación especial entre padres e hijos llamada “apego”; la música puede contribuir a fortalecer este vínculo y lograr que se convierta en una relación sana. Cuando los padres le hablan a sus hijos pequeños, ajustan sus voces para hacerlas más suaves, rítmicas y musicales.

La música y sus orígenes
Los primeros instrumentos musicales aparecieron en la cultura egipcia hacia el año 2500 a.C. En la Grecia y Roma antiguas, la música fue esencialmente vocal y usó instrumentos de percusión, cuerda y viento. La era cristiana trajo los cantos litúrgicos. En la Edad Media, aparecieron los cantos gregorianos. En los siglos XVII y XVIII apareció la ópera. En los siglos XIX y XX se ampliaron y perfeccionaron los instrumentos musicales. La música comenzó a usarse como método terapéutico en la segunda mitad del siglo XX.

Sus efectos en el desarrollo del cerebro
Las investigaciones coinciden en que la música provoca activación de la corteza cerebral, específicamente las zonas frontal y occipital, implicadas en el procesamiento espacio temporal; origina una actividad eléctrica cerebral tipo alfa.

El cerebro
Es el órgano más importante y de mayor complejidad del sistema nervioso. Durante la infancia sufre cambios madurativos y es altamente sensible a los estímulos externos. Se divide en dos hemisferios, el izquierdo se especializa en el procesamiento del lenguaje y el derecho en la percepción y procesamiento de la música. Funciona por medio de conexiones que realizan las neuronas. Presenta alta capacidad de aprendizaje y posee la propiedad de funcionar en situaciones extremas o de déficit tanto orgánico como funcional.

El efecto “Mozart” y “Tomatis”
Alfred Tomatis inició una propuesta de rehabilitación para personas con dificultades auditivas o de lenguaje. Su programa terapéutico consistía en la estimulación musical con piezas de compositores clásicos, obteniendo cambios positivos; a éste se le denominó “efecto Tomatis”. Rauscher comprobó que estudiantes universitarios, a quienes se les puso una sonata de Mozart, lograron puntuaciones altas en diversas pruebas y un incremento transitorio del cociente intelectual; a este hallazgo se le llamó “efecto Mozart”.

¿Sabías que…
Estudios especializados han demostrado que escuchar música de Mozart desencadena cambios de conducta, en relación a estados de alerta y calma, induce además a estados emotivos y metabólicos y aumenta el contenido de calcio y dopamina en el cerebro.

Efectos

Aumento en la capacidad de memoria, atención y concentración de los niños.
Mejora la habilidad para resolver problemas matemáticos y de razonamiento complejos.
Introduce a los niños a los sonidos y significados de las palabras y fortalece el aprendizaje.
Brinda la oportunidad para que los niños interactúen entre sí y con los adultos.
Estimula la creatividad y la imaginación infantil.
Al combinarse con el baile, estimula los sentidos, el equilibrio y el desarrollo muscular.
Provoca la evocación de recuerdos e imágenes, con lo cual se enriquece el intelecto.
Estimula el desarrollo integral del niño, al actuar sobre todas las áreas del desarrollo.

Publicado en www.diariodemorelos.com

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