Por la Profesora Emilia García
La capacidad de crear mundos maravillosos a través de los sueños resulta una gran aventura que disfrutamos no sólo cuando somos niños; pero hacerlos realidad se hace, a veces cuesta arriba. Y si las condiciones son contrarias y los momentos difíciles, tienes que tener una gran dosis de coraje y atrevimiento. Hace falta además otros soñadores conscientes o no conscientes para emprender la tarea. Hacer que algo comience a existir implica un grado de responsabilidad que muchas veces no advertimos hasta que lo creado va cobrando forma. En algunos casos pasa desapercibido cuando nuestras creaciones son parte del cotidiano y de lo que algunos pueden considerar “común”. Sin embargo, eso que parece tan fácil y cotidiano para algunos, requiere de una gran dosis de inventiva, producto de un caos existencial que nos lleva a los límites de la creatividad y la imaginación. Toda fabulosa creación pasa por un período de caos que activa, desencadena una cascada de energía. Hacer que algo comience a existir implica que se debió pasar primero por este estadio. A partir de ese instante comienza otro gran momento “el hacer que exista”. No basta con traerlo al mundo, sino hacerlo permanecer en el tiempo.
La estancia en el mundo es difícil para los seres humanos y mucho más para nuestras creaciones. Y cuando la existencia depende no sólo del accionar de sus creadores sino del comportamiento de otros, mucho más. Son tantos los muros que se levantan cuando esa creación rompe, además, con paradigmas establecidos y trata de proporcionar alternativas confiables buscando ofrecer mejoras de calidad de vida.
Así nacen grandes emprendimientos sociales que se sustentan cuando llegan al corazón de cada una de los seres humanos, tocados por la magia de su creación y han obtenido un valioso beneficio. Así surge Otilca
, Escuela de Música Luisa Cáceres de Arismendi. En un delicioso caos de ideas que canalizaron en gran armonía para hacer realidad lo que ahora se consolida como una de las alternativas de mayor validez en nuestro estado. Nace desde el seno de una comunidad, sentida como necesidad y fortalecida en su existencia y permanencia a través de 5 años, en los cuales ha logrado ramificar su accionar y hacer realidad y existencia otras ideas concatenadas para conformar una organización de excelencia. Basta ver los matices que se han derivados de una que parecía una simple idea quijotesca. La Otilca ha tenido que insistir, persistir, y fortalecer su ser como entidad y como realidad; es decir se ha manifestado en el mundo a través de los sentidos en cada una de sus presentaciones y como esencia inmutable de una hermosa posibilidad y alternativa para los que en otros momentos no eran considerados. Como vida que ha superado expectativas y ha construido su propio ser, basado en la libertad del ser. Es que Otilca es “Música sin límites”.
Cada época de la historia de la institución ha sido caracterizada de manera particular y ha planteado problemas acerca de su existencia. Cada año se ha recordado y conmemorado los bellos momentos vividos y los grandes logros obtenidos. Cada aniversario se celebra la existencia de un sueño hecho realidad. Ha sido una oportunidad para compartir con amigos y familiares. Compartir el nacimiento de la Revista Cultural de Margarita, de la Radio vía web, los programas: Kinder Musical, Orquesta Augusto Fermín, Otilca Salud, nuevas alianzas, nuevos logros como ser finalistas en el Concurso Ideas. Han sido un cúmulo de energías flotando en el aire, transformadas mágicamente en momentos tan significativos que siempre han fortalecido e impulsado a la institución. Todo gracias a la hermosa sinergia que flota entre sus integrantes. Otilca es hogar, es familia, que como todas tiene sus momentos de alegrías y tristezas.
Hace un año, una triste ocasión permitió mi presencia más sentida en la familia Otilca. Un momento duro para todos. La pérdida de un ser maravilloso. Un ser humano con un indiscutible talento que nos dejó una profunda herida en nuestros corazones, que aún duele su no presencia física. Un absurdo suceso que acrecentó mi tristeza por las circunstancias, que quizás permitió a mi cuerpo bajar sus defensas y dejar entrar bacterias que anularon mi energía positiva. Fueron momentos muy intensos, de gran dolor… para todos. Perdimos a un creador de sueños: Jhonny José Escobar Figueroa.
No obstante que aún duele no tenerte en los momentos que usualmente compartíamos: Festivales, cumpleaños, conciertos… me niego a recordarte con tristeza. A ti que eras el pícaro Dartañan que incitaba a los mosqueteros a cometer travesuras y luego ponía su carita de “yo no fui”. Aquel que compartía con el “Chino” el título de contador de chistes malos, malísimos. Al ocurrente, al genio compositor y músico, no lo puedo recordar con tristeza. Debo resaltar su vitalidad, su alegría, sus ganas de seguir siempre adelante, de traspasar los simples límites de una banal existencia. Hoy te recuerdo, mi alumno querido, mi compañero de ratos bellos, celebrando tu hermosa vida, tu amor por tu familia, por tus amigos, por tu tierra y por la música. Gracias por tu existencia, por tu presencia siempre viva. Desde este espacio celebro junto a mi familia de la OTILCA su nuevo aniversario y lo maravilloso de tu existencia. Felicidades a todos los que como tú, hacemos realidad nuestros sueños.
Artículo escrito para la sección MURMULLOS DE SILENCIO de la Revista Otilca edición Quinto Aniversario(Leer Revista)
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