@terapiamusical
Hola, quiero referirles en esta oportunidad una anécdota de un niño de mi escuela (donde tengo el laboratorio de terapia musical), quien en una de esas tantas mañanas me dice que le preste el cuatro, le pregunté: ¿Por qué te gusta tanto ese instrumento?, y me respondió: profe, cuando escucho la música me siente fino, y hay algo que me pone la cabeza, no sé, algo raro.
Esta respuesta de Eddy, me permitió adentrarme en la investigación sobre qué causaba esa reacción en él. Lo primero que intenté fue colocar la terapia musical por varios minutos, permitiéndole escuchar las Cuatro Estaciones de Vivaldi, para estimular los dos hemisferios de su cerebro, notando que con sus ojos cerrados experimentaba un intenso placer.
La investigación me llevo a conocer que esto se debe, a que al escuchar música se produce en el cerebro la secreción de dopamina, un neurotransmisor que también se libera ante placeres más concretos asociados a la alimentación, el sexo, el consumo de drogas o el dinero.
Utilizando aparatos de diagnóstico por imágenes (PET, Resonancia Magnética…), se puede medir la secreción de dopamina y la actividad cerebral, al escuchar música instrumental, sin voces humanas. El cerebro liberaba más dopamina, neurotransmisor del placer en una región llamada núcleo estriado cuando las personas escuchan sus canciones favoritas.
Otra prueba que se puede hacer, y determinar rápidamente esa segregación de dopamina, es colocando melodías como: el ‘’Adagio para cuerdas’’ de Barber, el segundo movimiento de la ‘’Novena sinfonía’’ de Beethoven y el ‘’Claro de Luna’’ de Debussy.
De igual manera la dopamina se libera en el momento en que la melodía nos hace estremecer literalmente en un “escalofrío”, en la misma región ligada a la euforia que produce el consumo de cocaína. Pero además, unos segundos antes, se produce una descarga de dopamina en el área vinculada a la anticipación y las predicciones.
Estoy claro que las actividades que realizo con los niños y niñas en el laboratorio me han hecho entender qué los estímulos abstractos de la música y el arte producen placer, a pesar de que no son necesarios para la supervivencia”, aseguran que la música funciona como un amplificador de las emociones y que cada vez que los estos niños y niñas expresan sentir la emoción, están a punto de producir el éxtasis de la pieza musical que escuchan, y cuando realmente sienten un estremecimiento, demuestran que la dopamina es la responsable de esas sensaciones, pues los núcleos cerebrales a los que se unía estaban implicados en la predicción y la emoción.
Para Eddy, como para los otros siete niños y niñas, con quien juego en el laboratorio cada día, esto les ha sido de gran ayuda en su proceso de enseñanza y aprendizaje, y aunque estoy seguro que la música sea en cierta manera “adictiva” no quiere decir que sea mala, por el contrario, tiene muchos efectos beneficiosos: además permite la formación y consolidación de grupos, lo que la hace también beneficiosa para pacientes que presentan Parkinson, los cuales tienen niveles anormalmente bajos de dopamina. Para estos pacientes, el hecho de escuchar música puede incrementar la cantidad de dopamina en sus cerebros y aliviar los síntomas de su enfermedad.
Artículo escrito para La Revista Otilca edición Quinto Aniversario(Leer Revista)
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