Por Mónica Careaga
Es bien sabida la personalidad polímata del genio renacentista Leonardo Da Vinci. Su conocimiento se extendió en diversos campos del saber; fue un pintor pero también ingeniero, escultor, anatomista, científico, músico y un inventor de artefactos, armas y utensilios. Fue en este transitar de la inventiva, aunado a su gusto por la música, que Da Vinci idealizó un instrumento al que denominaría “la viola organista”.
Los pensamientos de Da Vinci quedaron asentados en libros y escritos que daban cuenta de la genialidad de su figura, como en el Codex Romanoff o el códice Atlántico. Sobre su faceta de inventor se conocen los diseños de armas que hicieron posible la concepción de ametralladoras de múltiples cañones, ballestas gigantes, bombas de racimo y los que serían los precursores de tanques modernos, así como artefactos para limpiar, moler, rebanar, pelar y cortar, tareas constantes en su incursión en la gastronomía de la época. A Da Vinci, también, se le atribuye el modelo de los helicópteros y su trabajo con los ornitópteros, los que significarían grandes aportaciones a la aeronáutica.
La “viola organista” es una de las tantas ideas del renacentista con una ambición por crear un instrumento musical que combinara la digitación de un teclado con el sonido de un instrumento de cuerda. Se sabe que Da Vinci bosquejó estas ideas de un mecanismo de ruedas giratorias accionadas a un pedal y que tiraba de un arco por medio de cuerdas, en las páginas del Codex Atlanticus, aunque éstas nunca llegaron a materializarse.
Cien años después, el organista Hans Hyden de Nuremberg crearía el primer teclado inclinado y funcional a base de un mecanismo pie-pedal y seis cuerdas que producían crescendos, diminuendos y vibrato, además de sostener las notas con sólo mantener presionadas las teclas del instrumento. Hans lo llamaría Geigenwerk (órgano violín). Algunos afirman que el diseño tendría su antecedente en los bocetos de Da Vinci.
Diversas versiones se han reproducido del instrumento “de papel” de Da Vinci, todas sin mayor éxito que tomar como referente la obra del renacentista. Ahora, el pianista polaco Slawomir Zubrzycki se ha sumado a la lista con una reproducción de la pieza del genio con un diseño altamente magnético.
El exterior de esta versión del siglo XXI del instrumento proyectado por Da Vinci es de un azul marino matizado adornado en los bordes con remolinos de oro. El interior es rosado y en el frente se ubica un cintillo con una inscripción en latín en letras doradas.
Otra leyenda en la tapa del instrumento versa: “Profetas y eruditos. Santos sumergidos en el mar de las artes, tanto humanas como divinas, soñaban con una multitud de instrumentos para deleitar el alma”.
Dentro de la caja, 61 cuerdas de acero están dispuestas para las melodías. Cada una se conecta con el teclado completo, y por medio de las teclas negras más pequeñas se da salida a las notas agudas y planas. Cuenta con cuatro ruecas conectadas a un cigüeñal que se activan con el pedaleo. El instrumento emite sonidos parecidos al de un violonchelo, un órgano e, incluso, un acordeón.
Tres años y $9,700 dólares le costó al polaco construir el instrumento, con el que debutó en el Festival Internacional de Piano Royal de Cracovia, donde recibió una ovación de pie de los críticos y asistentes al evento.
Artículo original de Cultura Colectiva