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Si existe un personaje que nos hace pensar en la música de tiempos bíblicos, ese es David, un hombre destacado que vivió hace unos tres mil años. La realidad es que mucho de lo que sabemos sobre la música de entonces proviene de los relatos de David, desde que era un joven pastor hasta que se convirtió en rey y hábil organizador.

¿Qué aprendemos a través de él sobre la música de su época? ¿Qué instrumentos y canciones eran comunes? ¿Qué lugar ocupaba la música en la vida de David y su nación?

Mosaico del siglo II antes de Cristo, con inscripción en hebreo con el nombre de “David”. El artista probablemente se refiere al bíblico rey David, poeta y arpista. Junto a la figura de David, se muestra un joven león, símbolo de Judá, la jirafa y la serpiente, todos aparentemente escuchando la melodía de David.
Mosaico del siglo II antes de Cristo, con inscripción en hebreo con el nombre de “David”. El artista probablemente se refiere al bíblico rey David, poeta y arpista. Junto a la figura de David, se muestra un joven león, símbolo de Judá, la jirafa y la serpiente, todos aparentemente escuchando la melodía de David.

La música en el antiguo Israel

Recitar la letra de una canción suele traer a la memoria la melodía que la acompaña. Ahora bien, la Biblia contiene la letra de numerosas canciones, y aunque su música lamentablemente se desconoce, debió ser hermosa, incluso sublime. La belleza poética del libro de los Salmos hace suponer que su acompañamiento musical era igualmente hermoso.

La Biblia casi no habla de los instrumentos de la época. De hecho, no se sabe exactamente qué clase de arpa tocaba David. Lo que no puede negarse es que los israelitas inventaron varios instrumentos, como ciertas arpas de madera que eran peculiares y valiosas (2 Crónicas 9:11; Amós 6:5).

Sin duda, la música ocupaba un lugar muy importante en la vida de los hebreos, sobre todo en su adoración a Dios. Formaba parte de las coronaciones, las ceremonias religiosas y hasta las guerras. Y eso no era todo: también deleitaba a la corte real y ambientaba las bodas y las reuniones familiares, así como las fiestas relacionadas con la vendimia y la cosecha de grano. Incluso cuando llegaba la muerte, la música daba consuelo a los dolientes. Lamentablemente, la música también estaba presente en lugares de mala reputación.

Ahora bien, la música cumplía otros propósitos en Israel. Por ejemplo, se utilizaba para preparar la mente y hacer a los profetas más receptivos a los asuntos espirituales. Por citar un caso, un día el profeta Eliseo recibió guía de parte de Dios justo después de escuchar el sonido de un instrumento de cuerda (2 Reyes 3:15). Además, la música se usaba para anunciar acontecimientos especiales. La luna nueva y algunas fiestas se anunciaban con el sonido de dos trompetas de plata. En el día que comenzaba el año de Jubileo, el sonido del cuerno anunciaba la liberación de los esclavos y la devolución de tierras y casas a sus dueños. ¡Qué alegres debieron sentirse los pobres al oír la música que anunciaba su liberación o la devolución de sus posesiones! (Levítico 25:9; Números 10:10.)

De seguro había israelitas que eran músicos y cantantes excepcionales. Un bajorrelieve asirio indica que el rey Senaquerib pidió al rey Ezequías el pago de un tributo en la forma de músicos, tanto hombres como mujeres. Aquellos músicos debieron ser de primera. Con todo, en cuestiones de talento musical, nadie se comparó con David.

Un músico virtuoso

David se destacó por ser tanto músico como poeta. Más de la mitad de los salmos se le atribuyen a él. Fue pastor desde jovencito, y en su mente impresionable se grabaron muchas escenas pastorales de Belén. Sabía de los placeres sencillos de la vida, como oír el sonido de los arroyos y los balidos de los corderos que respondían a su voz. Inspirado por la hermosura de esa “música” del mundo que lo rodeaba, tomó su arpa y alzó la voz en alabanza a Dios. ¡Qué conmovedora debió ser la melodía que compuso para el Salmo 23!

De joven, David tocaba el arpa tan bien que se habló de él al rey Saúl, y este le dio la comisión de tocar en su casa. Cuando Saúl se sentía muy angustiado, David interpretaba con su arpa hermosas melodías que calmaban el corazón del rey. Los malos pensamientos que asaltaban a Saúl desaparecían junto con su angustia (1 Samuel 16:16).

Pero la música —que tanto amaba David y que lo llenaba de felicidad— a veces le causó problemas. Cierto día, mientras él y Saúl regresaban tras vencer a los filisteos, este último oyó al pueblo celebrar con alegre música. Las mujeres cantaban: “Saúl ha derribado sus miles, y David sus decenas de miles”. Ante esto, Saúl se enojó mucho y se puso tan celoso que “estuvo mirando a David de continuo con sospecha desde aquel día en adelante” (1 Samuel 18:7-9).

Inspirado por la música

Las composiciones divinamente inspiradas de David sobresalen por muchas razones. Sus canciones incluyen tanto salmos contemplativos como pastorales y abarcan desde expresiones de alabanza hasta relatos históricos, desde el regocijo de la época de la vendimia hasta el esplendor de la inauguración del palacio, desde recuerdos hasta esperanza y desde peticiones hasta súplicas (véanse los Salmos 32, 23, 145, 8, 30, 38,72, 51 y 86, así como sus encabezamientos). Cuando Saúl y su hijo Jonatán murieron, David compuso una canción triste llamada “El arco”, que empieza así: “La hermosura, oh Israel, fue muerta sobre tus lugares altos”. David sabía expresar una amplia variedad de sentimientos tanto con palabras como con la música de su arpa (2 Samuel 1:17-19).

David era un hombre efusivo a quien le gustaba la música alegre y rítmica. Cuando llevó el arca del pacto a Sión, saltó y bailó con todas sus fuerzas para celebrar aquel acontecimiento. El relato da a entender que la música era muy animada. ¿Se imagina la escena? Su esposa Mical lo recriminó por dicho comportamiento. Pero a David no le afectó. Él amaba a Jehová, y aquella música lo hacía saltar de alegría (2 Samuel 6:14,16, 21).

Por si fuera poco, David también se distinguió por crear nuevos instrumentos musicales (2 Crónicas 7:6). Parece que era un artista excepcionalmente talentoso, pues además de fabricante de instrumentos, era poeta, compositor e intérprete. Con todo, hizo cosas mayores.

El canto y la música en el templo

Una de las aportaciones de David fue organizar a los cantores y los músicos de la casa de Jehová. Formó un grupo de 4.000 siervos y puso a cargo de este a Asaf, Hemán y Jedutún (probablemente llamado también Etán). Y por disposición del rey, 288 peritos colaboraron con aquellos tres hombres al adiestrar y supervisar al resto del grupo. Los 4.000 cantores y músicos estaban presentes en el templo durante las tres grandes fiestas anuales. ¿Se imagina cómo debió sonar aquel magnífico coro? (1 Crónicas 23:5;25:1, 6, 7.)

Solo varones cantaban en el templo. La expresión “sobre Las Doncellas” en elencabezamiento del Salmo 46 indica que se trataba de una voz o un instrumento de tono agudo. Cantaban al unísono, pues 2 Crónicas 5:13 indica que “los cantores estuvieron como uno solo”. Se podían interpretar canciones con acompañamiento musical, como el Salmo 3 y muchas otras melodías de David. Algunas canciones incluían estribillos, como los de Salmo 42:5, 11 y 43:5. El canto también resultaba agradable cuando se hacía uso de la antifonía, es decir, la alternancia entre coros y solistas. Un ejemplo de esto es el Salmo 24, que sin duda se compuso para la ocasión en que David llevó el arca del pacto a Sión (2 Samuel 6:11-17).

Ahora bien, quienes servían en el templo no eran los únicos que cantaban; el pueblo cantaba cuando subía a Jerusalén con ocasión de las fiestas anuales. Es probable que a esto se refiera la expresión “Canción de las Subidas” (Salmos 120 a 134). En el Salmo 133, por ejemplo, David elogia el espíritu de hermandad que reinaba entre losisraelitas en esas ocasiones, pues empieza diciendo: “¡Miren! ¡Qué bueno y qué agradable es que los hermanos moren juntos en unidad!”. De seguro, la melodía de aquella canción también era hermosa.

La música y la adoración a Jehová

Una décima parte de la Biblia se compone de canciones, y los salmos animan a todas las personas a alabar a Dios (Salmo 150). La música tiene el poder de hacernos olvidar los problemas, y cantar puede aliviar un corazón herido. Claro, la Biblia también recomienda que quienes estén contentos canten salmos (Santiago 5:13).

El canto es una manera de expresar nuestra fe y amor a Dios. La noche antes de ser ejecutado, Jesús y sus apóstoles cantaron cuando terminaron de cenar (Mateo 26:30). Jesús, el Hijo de David, debió tener una hermosa voz, pues estaba familiarizado con el glorioso canto de la corte celestial de Dios. Es probable que aquella noche cantaran el Hallel (Salmos 113 a 118). Si así fue, los apóstoles —que desconocían lo que estaba por ocurrir— escucharon a Jesús cantar: “De veras amo, porque Jehová oye mi voz, mis súplicas. […] Las sogas de la muerte me rodearon, y las circunstancias angustiosas del Seol mismas me hallaron. […] ‘¡Ah, Jehová, de veras provee escape a mi alma!’” (Salmo 116:1-4).

El hombre no dio origen a la música. La Biblia dice que hay música y canto en los cielos mismos, donde las criaturas espirituales tocan arpas simbólicas y cantan alabanzas alrededor del trono de Dios (Revelación [Apocalipsis] 5:9; 14:3; 15:2, 3). Fue Jehová quien dio la música al hombre, pues implantó en su corazón el amor por ella y el incontenible deseo de expresar sus sentimientos tocando un instrumento o cantando. El hombre de fe sabe que la música es, sobre todo, un regalo de Dios (Santiago 1:17).

Instrumentos musicales de tiempos bíblicos

Entre los instrumentos de cuerda figuraban el laúd, el arpa e instrumentos de diez cuerdas (Salmo 92:3). Estaban afinados a Alamot y a Seminit, términos que tal vez se referían a octavas superiores e inferiores (1 Crónicas 15:20, 21, notas). Los instrumentos de viento y de metal incluían la flauta, el cuerno y las trompetas, de fuerte sonido (2 Crónicas 7:6; 1 Samuel 10:5; Salmo 150:3, 4). Durante la dedicación del templo, las trompetas y los cantores “[hicieron] que se oyera un solo sonido” (2 Crónicas 5:12, 13). Esto parece indicar que estaban bien afinados y que no había discordancias. Entre los instrumentos de percusión figuraban las panderetas y los sistros, que eran un tipo de sonaja, así como “toda suerte de instrumentos de madera de enebro”. Además, se empleaban címbalos: los pequeños eran “de sonido melodioso” mientras que a los grandes se los llamaba “címbalos estruendosos” (2 Samuel 6:5; Salmo 150:5).

Monedas: © 2007 by David Hendin. All rights reserved.

Publicado en wol.jw.org

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