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En un artículo de Carlos A. Farraces escrito para la revista digital Esfinge de España, el autor hace hincapié en una serie de conceptos e ideas al respecto de la música como un elemento histórico fundamental en el bienestar de los pueblos.
De hecho, el autor nos recuerda que la música ha acompañado desde siempre a la humanidad, reconociendo su influencia activa en la salud y mereciendo por consiguiente, un trato especial dentro en la educación de las nuevas generaciones.
El poder que ha ejercido la música en el ánimo de los pueblos es evidente, y sobre ello se llegó ya a crear un importante tema de discusión en culturas tan importantes como la antigua Grecia.
El razonamiento principal era sencillo: siendo la música armonía, y existiendo afinidad entre la naturaleza del alma humana y la de la música, ésta puede ayudar a recobrar el equilibrio en nuestro interior, como si se tratara de una terapia profunda y purificadora para el alma. Así, en el s. V a. C., la educación se centró en ejercicios de gimnasia y música para lograr valentía, sentido del deber y del honor.
Además, es conocido que la práctica y la teoría de la música tuvieron una profunda influencia en todos los niveles de la sociedad: ritos, banquetes y las más cotidianas tareas del trabajo diario (como hornear el pan) se realizaban con el acompañamiento de melodías y cantos creados específicamente para cada ocasión.
En ciudades como Esparta y Atenas, se instauró la enseñanza musical y duraba hasta los treinta años según la ley.
Por su parte la Escuela de Pitágoras fue la primera en transmitir para Occidente la idea del universo como algo ordenado y sometido a leyes comprensibles por el intelecto humano.
Los principios de la teoría musical pitagórica forman parte de una disciplina destinada a la elevación moral, el conocimiento de uno mismo y del mundo que nos rodea. La música que componemos debía ser como un eco de la música del cosmos. Si existía un placer estético en el ser humano en su contacto con la música, se debía justamente a que los sonidos están regidos por los números. Los números simbolizan la proporción, el orden, la regla y la armonía total.
Los pitagóricos, en virtud de su concepción matemática de las armonías musicales, establecieron también un lazo indisoluble entre la salud y la música, puesto que la proporción y equilibrio de las notas produce armonía y orden, tanto en el cuerpo como en el alma. La música es un saber sublime y fundamental para la salud y la purificación ética del hombre.
En ese contexto, hoy en pleno siglo veintiuno cabe entonces reencontrarnos con esa armonía propia del arte musical y plenamente coherente con la salud, pero para lograrlo es indispensable un proceso educativo orientado a buscar esa sintonía necesaria entre nuestro cuerpo y los acordes naturales de aquello que nos rodea.

Por: Ing. Patricio Chambers M.

Publicado en elheraldo.com

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