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un niño especial

La Isla de Margarita representa los más bellos recuerdos de infancia, afectos, amigos, gastronomía y devoción religiosa. Después de un largo camino de angustias, de no saber porque mi hijo Gabriel tenía un comportamiento atípico que no encajaba en el ámbito escolar, social y familiar, según la estructura que la cultura venezolana establece, viviendo en la capital y sin tener respuestas a mis preguntas, regreso en el 2011 a mi bella isla, porque el destino lo decidió así, me dicen que mi hijo tiene Autismo de Alto Funcionamiento (Síndrome de Asperger). La primera reacción que tuve fue de asombro e incertidumbre, por ignorar el tema, luego vino una explosión de ideas y proyectos que quería realizar en familia, todos dirigidos por la mano de Dios, porque sabía que nuestra vida había cambiado.

La primera experiencia positiva que tuvo mi hijo en este transitar, fue la oportunidad que le brindaron los Profesores Samuel González y Nathalia Quintero de ser admitido en la Orquesta Típica Luisa Cáceres de Arismendi (OTILCA), en poner un violín en sus manos, para formar un talento que con constancia, disciplina positiva y afecto sembraron en Gabriel el amor por la música. Teniendo la experiencia de vivir su primer concierto “Un Mundo Ideal”.

Luego llegó la experiencia de vivir en otro país, Estados Unidos, en mi desesperación por buscar respuestas a todas mis incógnitas, y las encontré, pero más allá de resolver la ecuación compleja que representaba mi hijo, entendí que ser madre de un niño especial no es un morral de piedras que debo llevar a cuestas, sino estar en un camino de bendiciones con logros inimaginables que llenan mi corazón.

Gabriel representa el viaje que no planifiqué, el idioma que no aprendí, la guía turística que no compré y el destino geográfico que no estaba en mi lista de países por conocer.

Mayerlin Urbáez.

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