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un niño especial

Por Mayerlin Urbáez

Ninguna madre desea escuchar que su hijo(a) ha sido diagnosticado con Autismo de Alto Funcionamiento, lo primero que viene a nuestra mente es la negación y luego una gran frustración, es difícil aceptar que tu hijo es diferente, la premisa que se maneja es que el Autismo es sinónimo de fracaso y como consecuencia debes vivir un duelo, es decir, la perdida de algo muy querido.

En mi experiencia personal después de recibir el diagnóstico de mi hijo con 8 años de edad, sentí tranquilidad, luego de haber vivido 5 años de incertidumbre, maltrato y discriminación;  tratando a Gabriel con múltiples especialistas (Neurología, Psiquiatría, Psicología, Terapia de Lenguaje y Terapia Ocupacional) y no saber por qué tenía un comportamiento atípico (destrezas sociales inmaduras, ligera torpeza en la motricidad fina y gruesa, poca atención, hiperactividad, desorden sensorial, ansiedad y depresión).

El Síndrome de Asperger, lo denomino como el Síndrome Invisible, debido a que físicamente son imperceptibles, a nivel cognitivo, funcionan en  el promedio o  por encima del promedio, socialmente son catalogados como niños “malcriados” y “pedantes”.

Expreso a los padres que cuando se tiene un niño Asperger, no significa que es el fin del mundo, hablamos de seres humanos con múltiples capacidades y habilidades extraordinarias por desarrollar.

Es recomendable desde mi óptica como madre, el cumplimiento de una serie de pasos que se describen a continuación: primero, seleccionar especialistas que manejen el tema en las diferentes disciplinas requeridas; segundo,  descubrir los talentos que poseen y por último, la familia que representa el apoyo incondicional, fundamentado en el compromiso de los padres, quienes deben expresar amor, constancia y disciplina para dirigir la vida de esos seres especiales denominados Aspie.

En la próxima entrega continuaremos hablando del impacto sobre la familia.

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