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Aunque entender la influencia de la cultura en las empresas ha sido uno de los componentes más recurrentes en las investigaciones en gerencia y en negocios internacionales, no existe aún un consenso sobre su definición y el sistema para medirla.

por MARIA ALEJANDRA GONZALEZ-PEREZ

No hay duda de que hay dificultades para definir el concepto de cultura, pero está claro que su importancia se deriva del hecho de que tener más información sobre los valores, las normas, las actitudes o las prácticas de las personas aumenta la predictibilidad de sus comportamientos. Eso significa, en el ámbito empresarial, tener cierta ventaja, facilitar operaciones, estabilizar las transacciones mediadas por las relaciones humanas y, por ende, reducción de riesgos.

Desde 1980, con la publicación del estudio “Culture’s Consequences”, de Geert Hofstede (psicólogo social holandés; profesor emérito de Antropología Organizacional y Gerencia Internacional de la Universidad de Maastritch, y con 138.842 citaciones científicas a sus trabajos académicos en GoogleSchoolar), ha habido un creciente interés en la medición de la cultura.

El estudio de Hofstede consistió en un cuestionario de cerca de 200 preguntas relacionadas con la percepción y la actitud frente a aspectos organizacionales como satisfacción laboral, compromiso y temas gerenciales. Los datos se recolectaron en 40 países en donde IBM tenía operaciones y el fruto del cuestionario fue un modelo teórico concreto con un ranquin de valores culturales ubicados en 5 dimensiones: distancia al poder, evitación de la incertidumbre, incertidumbre versus colectivismo, masculinidad versus feminidad y orientación de largo plazo versus orientación a corto plazo.

Vas Taras, de la Universidad de Carolina del Norte, junto a sus colaboradores Julie Rowney y Piers Steel, hizo una revisión de 121 instrumentos para medir la cultura de manera cuantitativa, que fue publicada en el año 2009 en el Journal of International Management. Allí encontró que la mayoría de estos instrumentos siguen un modelo bastante similar al de Hofsetede: operacionalizan la cultura a través de valores, y recogen los datos mediante cuestionarios respondidos individualmente.

Taras, Rowney y Steel hicieron un ejercicio de búsqueda rápida en internet y encontraron que la palabra “culture” es una de las palabras que más aparecen en las consultas de Google. Si hacemos el mismo ejercicio hoy, encontramos que la palabra “cultura” en español tiene 604.000.000 de páginas asociadas, lo que significa más entradas que palabras en español como: “paz” (347’000.000), “educación” (357’000.000), “trabajo” (538’000.000); “dinero” (156’000.000), o “sexo” (150’000.000).

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En un estudio publicado el año pasado por Vas Taras y sus colegas, quedó evidenciado que dimensiones como clase socio-económica, profesión, edad, periodo histórico, exposición geográfica (viajes de corto y largo tiempo) y exposición virtual influencian las mediciones de cultura.

Más recientemente, los profesores Dan V. Caprar, de la Universidad de Newsouth Wales en Australia; Timothy M. Devinney, de la Leeds University en Inglaterra; Bradley L. Kirkman, de la North Carolina State University, en Estados Unidos, y Paula Caligiuri de la Northeastern University, en el mismo país, dedicaron una edición especial del Journal of International Business Studies (JIBS) -la revista académica de la Academy of International Business (AIB)- a revisar los conceptos, las teorías y las metodologías para medir cultura y su influencia en las operaciones empresariales y en los negocios internacionales.

En su investigación encontraron que la cultura está caracterizada de tres maneras en la literatura y que son construcciones grupales que se operan a nivel de país, más que de región. Para la muestra, colombianos, dominicanos, nigerianos, daneses y vietnamitas. La primera de ellas, y también la más común, es un conjunto de características reflejadas en el comportamiento de un individuo en un grupo específico. La segunda caracterización de cultura es un constructivo reflexivo a nivel individual, en el que se reflejan las orientaciones sociales e individuales. La tercera es un índice a nivel país construido y validado, que se usa principalmente con fines predictivos.

En términos generales podemos decir que la cultura se crea y se transmite mediante la socialización. Esto significa que cuando se incrementan los momentos de socialización en la vida de una persona (equipos deportivos, barras sociales, asociaciones profesionales y grupos estudiantiles) su percepción de valores, de decisiones y de normas va a reflejar lo vivido en dichas experiencias sociales.

Publicado en www.dinero.com

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