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Beethoven demostró que la sordera no es obstáculo para disfrutar de la música. 200 años más tarde, los grupos se sirven de intérpretes de signos para hacer llegar al público sus canciones durante los conciertos en vivo.sordos

Desde hace unas décadas, Keimzeit es un grupo de culto. El sonido de sus melancólicas guitarras les valió el sobrenombre de los “Grateful Dead” de Alemania Oriental, en alusión a la mítica banda estadounidense. Hace poco, los Keimzeit pusieron en práctica un original idea sobre el escenario: junto a ellos, actuó Laura Schwengber, intérprete de lenguaje de signos. Los admiradores del grupo aplaudieron entusiasmados tras el concierto. Algunos de ellos aseguraron incluso que Schwengber fue la auténtica protagonista.

Desde que un seguidor de Keimzeit perdió el oído, la banda comenzó a barajar la idea de transmitir su música a los sordos. Sin embargo, a los responsables de los lugares donde actuaban, aquello no les hacía mucha ilusión: “Nos pusieron todo tipo de objeciones, como, por ejemplo, que una persona más sobre las tablas distraería al público y que el espectáculo se convertiría en un show solo para discapacitados”, dice Schwenger. “A los organizadores les preocupaba mucho la reacción del público”.

Conectar con el sonido

En realidad, no tenían de qué preocuparse. No es solo que Schewengber traslade el contenido de las canciones a los asistentes, es que transmite una energía sobre el escenario que dejaría exhausta a la mismísima Beyoncé. Además de cantar, baila, murmura la letra y simula tocar la guitarra, la batería y la trompeta.

Laura Schwengber, junto al grupo Keimzeit.

“Quiero transmitir a los sordos las mismas sensaciones que tiene el resto del público”, explica Schwengber. Aunque vivan la experiencia de manera distinta, el impacto sobre ellos es poderoso, porque Laura les ayuda a conectar con el sonido. El cuerpo de los sordos funciona como caja de resonancia y esto les permite sentir las vibraciones de música que se escucha a gran volumen. El componente visual supone una ayuda.

Un lenguaje en evolución

Laura Schwengber posee una titulación en lenguaje de sordos. Actualmente, se encuentra cursando la formación “Lengua y Cultura de la comunidad sorda” en la Universidad Humboldt, de Berlín. En Alemania hay 80.000 sordos y 16 millones de personas que padecen discapacidad auditiva, pero el país no reconoció oficialmente el lenguaje de signos hasta 2011. Hoy día, cada vez más gente está familiarizada con esta lengua, que está en permanente evolución: “Hay mucho trabajo por hacer, sobre todo en lo concerniente a las jergas y los distintos dialectos”, asegura Schwengber.

Una profesión en auge

Mucho de lo que sucede sobre el escenario es producto de la intuición y la improvisación, pero Schwengber prepara meticulosamente cada concierto, estudiando las letras y la música de cada grupo. Durante la velada, no se toma ni un segundo de descanso: “Al día siguiente, suelo tener agujetas”, dice con una sonrisa.

Su profesión está en auge. Los grupos estadounidenses fueron pioneros en el uso de intérpretes de lenguaje de signos y, en estos días, son parte imprescindible en los grandes festivales de música, apareciendo con grupos como los Rolling Stones y los Green Day. El propio, Eddie Wedder, de Pearl Jam, aseguró en el año 2000 que los intérpretes de signos “son mucho más interesantes de ver que cualquiera de nosotros”.

DW.DE

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