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placer música

A veces me ofendo cuando enseño una canción que me hace llorar cada vez que la escucho y el otro u otra se queda con cara de emoticono inexpresivo. Quizás es porque a mí me emociona más una canción de los Beatles y al ingrato de enfrente, que no sabe valorar lo bueno de mi canción, le llega más una canción heavy metal. Sea por un tipo de música u otro, ambos nos emocionamos, al liberar dopamina en distintas áreas del cerebro, lo que provoca una encantadora sensación de placer.

¿Existen personas que podrían ser impermeables a este placer que proporciona la música? Al parecer, sí, según un nuevo estudio llevado a cabo por investigadores catalanes de la Universidad de Barcelona y el Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge, junto con expertos canadienses, y publicado recientemente en la revista Current Biology. En el estudio se concluye que hay personas que no sienten nada al escuchar el Nessun Dorma de Puccini y, sin embargo, sí liberan dopamina, la “hormona de la felicidad”, ante la posibilidad de ganar dinero. El trabajo sugiere, por lo tanto, que la relación entre la música y el placer se establece por vías diferenciadas.

Anhedonia musical

Esta característica, que ni mucho menos es una enfermedad, se enmarcaría dentro de lo que se denominaría anhedonia musical (desde hace tiempo se conoce la anhedonia, un trastorno que impide sentir placer). La falta de emoción al escuchar música se debería a la existencia de unas vías nerviosas únicas para la música en el sistema de recompensa (centro del sistema nervioso central que obedece a estímulos específicos y naturales). Con este estudio se ha demostrado, en conclusión, que puede haber vías específicas para sentir el placer de la música, diferentes al de otro tipo de estímulos.

El trabajo, realizado por investigadores de la Universidad de Barcelona (UB)  y el Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL), en colaboración con el Instituto Neurológico de Montreal (Canadá), analiza la anhedonia musical en personas que no disfrutan con la música.

Para identificar a estos voluntarios que no se emocionaban con la música aunque la percibieran bien, los científicos diseñaron un cuestionario que se puede responder en esta web. Además, los autores llevaron a cabo una serie de ejercicios para estudiar si su sistema de recompensa se activaba ante otro tipo de estímulos como el de recibir dinero.

El primero de los ejercicios consistía en escuchar trece piezas musicales como el Nessun dormade Puccini, Las cuatro estaciones de Vivaldi o Barcelona (canción de los Juegos Olímpicos de 1992), generalmente sin letra, para no alterar el contenido de la música. Los voluntarios incorporaron tres canciones con las que “disfrutaban” personalmente. Según los autores, algunos de los pacientes con anhedonia musical pedían consejo a amigos o a familiares para escoger las piezas. En el segundo ejercicio, los participantes debían responder rápidamente ante estímulos visuales si querían ganar un dinero o evitaban perderlo.

Los resultados indican que aunque las personas con anhedonia musical no disfrutaban con Vivaldi, su fisiología y sus corazones se aceleraban cuando podían ganar dinero extra.

Música triste para el cerebro

Un año más tarde, los investigadores volvieron a reunir a la mayoría de voluntarios para estudiar la consistencia del experimento realizado. En esta ocasión, se les pidió que asociaran la música que escuchaban a cuatro tipos de sentimientos: felicidad, miedo, tristeza o paz. Todos los voluntarios, incluidos los que padecían anhedonia musical, supieron reconocer estas emociones en las piezas.

Fuentes | MEDCIENCIASINC

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