Share

Por Isabel Francisca Álvarez Nieto.

Un día el compositor John Cage comenzó a golpear un gong delante de un grupo de personas. Cuando hubo pasado media hora alguien dijo: “¡Pare! ¡me estoy volviendo loco!” Cage paró. Otra persona dijo: “¿Por qué paró?, empezaba a ponerse interesante”. Murray Schafer

Muchos han sido los pedagogos musicales que han enfatizado el valor de la música impartida desde los primeros momentos de vida  como sustento sensorial para el posterior aprendizaje pues, según afirma la teoría piagetiana,  las experiencias previas son la base para los nuevos conocimientos.

La estimulación temprana surgió para atender adecuadamente a aquellos niños que padecían alguna deficiencia o que a causa del parto requerían unos cuidados preferentes. Los importantes logros alcanzados con ellos llevaron a su extensión con niños sanos, pues las investigaciones demostraron que la evolución cerebral es enorme en los primeros años de vida.

Dentro de la atención temprana, la estimulación musical infantil produce grandes beneficios. Ello a llevado a plantearse el trabajo con estos estímulos antes incluso del nacimiento, pues el sentido del oído es uno de los que más tempranamente se desarrolla.

A nivel intrauterino, y a partir del cuarto mes de gestación, el feto percibe sonoridades internas al organismo de la madre, como la respiración, el latido cardíaco, etc. y externas, como la reverberación de la voz materna a través de la membrana que cubre el vientre hasta el líquido amniótico; se trata de una comunicación preverbal que implica a los canales auditivos y propioceptivos, involucrando sonido, música y movimiento y provocándole distintas respuestas motrices en función de la intensidad del sonido.

Desde que nace, el niño se encuentra inmerso en un ambiente estético determinado; la familia aporta un importante influjo y las instituciones educativas introducen elementos que facilitan el enriquecimiento estético del pequeño. Puesto que el ser humano está preparado para conocer el mundo a través de los sentidos, los sentimientos y el intelecto, las clases de música impartidas desde la edad infantil contribuirán enormemente al desarrollo integral del individuo, pues con ellas se coadyuva a (Frega, A. L. 1997):

–         mejorar el sistema auditivo.

–         facilitar la expresión de sentimientos e ideas.

–         ayudar al desarrollo de la memoria.

–         desarrollar la capacidad de enjuiciar críticamente.

–         mejorar las capacidades motrices.

–         potenciar las capacidades artístico- creativas.

–         favorecer la integración socio-cultural.

–         ampliar y mejorar las posibilidades lingüísticas.

  Al afrontar este tipo de estimulación se debe partir del nivel y ritmo madurativo de cada individuo, de sus características, necesidades e intereses, para lograr la motivación de los alumnos.

Trabajar la música con niños de entre 0 a 6 años aproximadamente requiere diferentes metodologías con distintos grados de implicación de los progenitores, que van en relación al nivel de autonomía de los pequeños.

Algunas actividades musicales par estimular al recién nacido planteadas desde los beneficios que conllevan son:

  • Para proporcionar seguridad: lo ideal es que el bebé haya escuchado música desde el vientre para que, al nacer, cuando vuelva a oír la misma melodía, le aporte sensación de seguridad.
  • Para favorecer el desarrollo integral del bebé: cantar el padre una canción sencilla y moverse a ese ritmo al tiempo que lleva a su hijo en brazos, se ha comprobado que ayuda al niño a moderar el ritmo cardíaco, la presión sanguínea y la temperatura del cuerpo, así  como a adquirir un sentido de identidad y una belleza estética.
  • Para mejorar la salud: expongan a sus bebés a la música de los clásicos. Esta práctica, llevada a cabo con prematuros que se encontraban en incubadoras, demostró que los recién nacidos que escuchaban música de Mozart ( en el caso del experimento )  ganaban peso más rápidamente, reducían sus niveles de estrés y salían del hospital una media de 5 días antes que aquellos que no eran expuestos a la música.
  •     Para favorecer la integración en el mundo que el rodea: se pueden utilizar canciones propias de la cultura o inventadas por los padres, haciendo referencia a las experiencias vividas por el pequeño, que el ayudarán a comprender su entorno.
  • Para mejorar la conciencia auditiva y emocional: resulta muy eficaz que los progenitores sostengan en brazos a su pequeño mientras se mueven al ritmo de un tambor, permitiéndoles así mismo regular los ritmos naturales de su cuerpo y las hormonas relacionadas con el estrés.
  • Para desarrollar la aptitud musical: es importante que los pequeños no sólo escuchen fragmentos, sino piezas completas para que tomen conciencia de la estructura de la música.
  • Para potenciar el vínculo del bebé con los progenitores: resulta interesante escuchar escogidas composiciones clásicas y acompañarlas de sencillas coreografías de danzas barrocas, en las que los padres se mueven con sus hijos en brazos.
  • Para aumentar las defensas de su organismo: es muy importante la implicación de los padres en estas actividades musicales, ya que está comprobado que las audiciones y ese contacto aumentan la actividad inmunitaria.
  • Para desarrollar el sentido rítmico: cuando son muy pequeños es interesante que los padres los familiaricen con los sonidos de instrumentos como las maracas, el tambor, las claves, la flauta, la guitarra. Y cuando ya son más mayores lo mejor es permitirles manejar y explorar por ellos mismos los instrumentos.

Para finalizar, decir que, además de tener en cuenta las características psicoevolutivas del alumno, el educador debe tener presente el modo personal en que este asimila los aprendizajes, para lograr el desarrollo integral de su personalidad mediante un ambiente rico en estímulos que le sensibilice para la música.

Delalande (1995) afirma que educar musicalmente a los niños no es sacarlos de un estado de nada musical, en el que se supondrían que están, para llevarlos a un cierto nivel de competencia, sino, por el contrario, es desarrollar una actividad lúdica que existe entre ellos y que es finalmente la fuente misma del juego, la ejecución musical.

BIBLIOGRAFÍA:

ü     DELALANDE, F.(1995) La música es un juego de niños. Ricordi. Buenos Aires.

ü     FREGA, A.L. (1997) Metodología Comparada de la Educación Musical. CIEM (Centro de Investigación Educativa Musical). Buenos Aires

ü     SCHAFER, M. (1994) Hacia una educación sonora. Pedagogías musicales abiertas. Buenos Aires.

Publicado en: filomusica.com

Deja una respuesta