
EL lenguaje musical tendría que ser un lenguaje cotidiano para todos los niños
La música es de gran importancia en la vida de las personas. No hay lugar ni tiempo en el cual la música no haya estado presente. Está en la historia de cada pueblo, en cada creencia y en cada costumbre.
Existen variadas manifestaciones culturales que involucran la música: tararear, cantar, tocar instrumentos, escuchar melodías o participar en su producción; pero todas ellas tienen algo en común, y es que son producto y creación del hombre.
La música es expresión y emoción, comunica y enseña; y es por eso que si la incluimos en las actividades con niños estaremos fomentando, protegiendo y difundiendo la música de una sociedad y de una cultura, así como también acompañando el desarrollo infantil.
Este debería ser un lenguaje cotidiano para todo niño, ya sea desde la casa: en donde la familia la haga circular de manera natural, o la escuela: en donde jueguen musicalmente y estén en contacto con el «hacer».
Toda actividad, si bien debe ser clara y sencilla, no debe perder profundidad y seriedad al ser realizada, respetando las posibilidades de desarrollo de cada niño.
Desde pequeños sus primeras relaciones con la música estarán ligadas a los arrullos para dormir o a la contemplación de un adulto que ejecuta o un instrumento o les canta, siendo capaces de escuchar con atención o recibir información con gran interés.
A partir de los 4 años, ésta relación es más evidente: buscan otro tipo de participación más activa, se interesan por información de carácter contextual con respecto a la música -¿cómo es tal instrumento?, ¿cómo suena?, ¿quién lo ejecuta?-. Al mismo tiempo, sus intervenciones se vuelven más espontáneas al cantar solos mientras juegan o bailan, al elegir música que les guste o querer tocar instrumentos. Esto amplía sus capacidades de producción al ser conscientes que pueden «hacer música».
Publicado en componemos.com