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Diario El Sol de Margarita
Foto: STEPHANY OLDAN

 

La misión de los educadores, sobre todo de quienes tenemos el privilegio de formar parte del mundo de la música, ese maravilloso lenguaje universal que UNE culturas, no debe basarse sólo en la tarea de enseñar la lectura y la escritura musical, sino también en formar personas de pensamiento amplio; músicos fundamentados en los valores humanos, quienes practiquen el respeto por la diversidad de manera natural y espontánea.

Debemos enseñar a valorar y respetar todo tipo de música, de diferentes culturas y géneros, para enriquecer ese “vocabulario” con el que los músicos nos comunicamos universalmente. Mientras más amplio sea nuestro lenguaje, más y mejores posibilidades tendremos de entender y hacer comprender lo que queremos transmitir.

El Dr. Daisaku Ikeda, filósofo Budista, educador y constructor de paz, dice en uno de sus escritos:

“La música, que trasciende cualquier doctrina política o ideología, es algo que le habla directamente al corazón. Sólo tenemos que prestar oídos para que la música en nuestro interior comience naturalmente a resonar en armonía con la que resuena en el exterior. Esa respuesta, ese eco dentro de uno, significa para mí un tesoro, pues es la prueba de que el corazón puede trascender las barreras del tiempo, el espacio y la nacionalidad. No hace más que confirmar que podemos conversar honestamente entre nosotros. Bien podríamos decir que es la clase de diálogo más auténticamente humano que somos capaces de mantener. El arte y la cultura que enriquecen el corazón y estimulan los aspectos más positivos de la naturaleza humana tienen la capacidad de crear lazos entre la gente, a pesar de las diferencias de raza, lenguas o costumbres. (…) La importancia de los contactos entre culturas radica en que permiten a los pueblos superar sus prejuicios y rencores del pasado, y crear una sociedad pacífica.”

Esa es nuestra misión, como músicos y como educadores: Crear lazos de unión, logrando que nuestros alumnos utilicen la música como un instrumento de paz. Hacer que la música sea incluyente y contribuya a que la gente adquiera conciencia de que ninguna cultura es superior o inferior a otra. La música es un punto en común entre todos los pueblos del mundo, usemos ese maravilloso don para hacer cada vez más “amistades musicales” en todo el planeta.

Mis queridos educadores, cada uno de nosotros puede establecer la diferencia en la sociedad a través de lo que enseñemos. Que cada nota que toquemos con nuestros alumnos salga del corazón, con la intención de hacer un mundo más unido y mejor para todos.

¡Hasta la próxima!

Jorge Bustos

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