La pandemia provocada por el coronavirus ha representado un reto para los docentes de todos los niveles educativos. En este artículo el licenciado Samuel González Castrillo, director de Otilca, nos da su visión de los retos para la educación y familia en tiempos de coronavirus.
Históricamente la educación ha tenido diferentes propuestas y corrientes filosóficas con ideas de gran alcance para la evolución de la humanidad. De pronto todo se ha detenido siendo ésta la mejor opción para prevenir la propagación del COVID-19 que es quedándose en casa, ya los niños no tienen que levantarse tan temprano para alistarse e ir a la escuela, entre otras acciones que terminan desencadenando en algo positivo y ya les digo el por qué.
Desde hace algunos años Finlandia ha sido novedosa con su sistema educativo con la idea principal de que los estudiantes sean primero felices para luego iniciar el proceso de aprendizaje y enseñanza. Resulta que uno de los principales ingredientes para el aprendizaje significativo es la dopamina (neurotransmisor de la felicidad) que a su vez está fuertemente ligado a la melatonina (que ayuda al sueño) y de este modo una serie de procesos bioquímicos que se producen en nuestro cuerpo cuando en el quehacer cotidiano desarrollamos rutinas saludables para el crecimiento de las personas y muy especialmente en la primera infancia.
La motivación para conocer algo (instinto humano), ser escuchado, realizar propuestas y otras acciones que forman parte de las necesidades humanas, son muy positivas y grandes aliados cuando en tu entorno inmediato son tomados en cuenta, es decir, cuando un docente desea constantemente escuchar a sus estudiantes y da importancia a todo lo que el niño, jóven o adulto propone aunque parezca descabellado, esto desencadena en una fuente maravillosa de aprendizaje porque hay gran interés de ambas partes y la expectativa de llegar a una conclusión es motivadora y lo que garantiza un súper aprendizaje es el placer de resolver dudas construídas por todos los factores y de allí el éxito en Finlandia y Japón por solo nombrar dos de los más emblemáticos en esto de la calidad educativa.
Ir a la escuela no debe ser algo traumático
La sociedad ha desarrollado sistemas educativos conductistas y muchas veces son presentados de otra manera, sí, digo conductistas porque si un niño está indispuesto para ir al colegio no debe ser juzgado, no es apoyando malos hábitos, sino que debe ser primeramente comprendido para lograr que desde muy temprana edad el niño se motive a explorar, compartir y otras acciones que al final forman parte de la naturaleza humana.
En fin, lo que quiero traer hoy a reflexión es que hay muchos niños que están inmensamente felices porque tienen mayor flexibilidad en los horarios, disfrutan las horas de descanso, comparten con sus padres que de una u otra forma se han visto obligados a convertirse en docentes de distintas especialidades además en un ambiente cibernético con clases por internet, a entender que sus hijos son muy inteligentes y que ellos, los padres, son una gran motivación para aprender y un sinfín de ventajas que nuestros niños a muy corta edad, están visualizando, además dando grandes demostraciones, logrando competencias en tiempo récord, convirtiendo lo negativo de la pandemia en algo positivo, cristalizado en logros generadores de dopamina en niños, niñas, padres, madres y docentes.
Lo negativo a positivo en tiempos de Coronavirus
La oportunidad de compartir en familia, de conocer mejor a los hijos y ellos a sus padres, participar directamente en su proceso de aprendizaje, disfrutar comidas sabrosas o no tan sabrosas pero con el amor de hogar, detenernos para jugar y con esto como premisa para salvar al mundo, es una gran visión para transformar lo negativo a positivo en tiempos de Coronavirus.
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