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asperger y socioeducación

Por  Arquímedes Figueroa

Desde hace de 15 años, aproximadamente, el Síndrome de Asperger (S.A.) es conocido como un nuevo tipo de trastorno de desarrollo; éste intenta describir al espectro del autismo, desde el punto de vista del alto rendimiento.

            El termino S.A., lo acuñó la siquiatra y médico británica Lorna Wing, quien en 1981 publicó un artículo titulado “El Síndrome de Asperger: un relato clínico”, basado en los escritos e investigaciones del Dr. Hans Asperger (información relegada por espacio de treinta años).

Por otro lado, el Dr. Asperger fue el primero en registrar las tendencias autistas en niños con elevado coeficiente intelectual, clasificándose como un subgrupo de autismo sin compromiso cognitivo, y en el cual se cree que Albert Einstein está incluido. Ello ha ido develando la importancia de este trastorno, tanto por su elevada prevalencia como por la repercusión social que afecta a las personas que lo presentan.

Tal evento, lo empujo a la Pedagogía Curativa, la cual trata de una estrategia terapéutica que integra perfectamente técnicas de educación especial en la práctica médica, sustentando en el trabajo de un equipo multidisciplinario (médicos, personal de enfermería, educadores y terapeutas).

Asperger, partía de la premisa de que, a pesar de las importantes dificultades que generaban estos niños, tenían capacidad de adaptación si se les proporcionaba una orientación psicopedagógica adecuada.

En los años siguientes, Asperger describe en su tesis doctoral  (publicada en alemán en 1944), a cuatro niños en edades comprendidas entre seis y once años que presentaban como característica común una marcada discapacidad por dificultades en la interacción social, a pesar de su aparente adecuación cognitiva y verbal, introduciendo el concepto de Psicopatía Autista (Síndrome Asperger en la terminología actual).

Ante tales antecedentes, debemos preguntarnos: ¿está la sociedad venezolana prepara para dar un trato humanista a quienes tienen esta disfuncionalidad? y en lo educativo ¿están nuestros docentes formados para atender a estos niños, jóvenes y adultos que acuden a la escolarización?

Nuestro sistema educativo debe ir adecuándose a las nuevas exigencias pedagógicas y gerenciales que demanda la legislación, sobre todo la relacionada con los derechos civiles y sociales inherentes a al trato humanista que todos y todas debemos dar y recibir, y de manera puntual, al discente con S.A. y a su incomprendido comportamiento. Según reza el Artículo 103 de la CRBV “Toda persona tiene derecho a una educación integral, de calidad, permanente, en igualdad de condiciones y oportunidades…La ley garantizará igual atención a las personas con necesidades especiales o con discapacidad…”

En esa dirección, el enfoque de la Socio-educación, se enmarca en un proceso que propone, una visión transformadora de la sociedad, de la educación y de las culturas, poniendo énfasis en una práctica política comprometida con la humanización de las personas y la búsqueda permanente del bien común, con el ejercicio de una ciudadanía corresponsable, y una acción audaz, a favor de la inclusión y la equidad.

En ese marco referencial, se puede establecer que, la clave para el éxito dentro de la sociedad para los niños o individuos con S.A., y que hacen vida escolar, y mucho más para quienes propician su educación, es proyectar desde la gerencia de las instituciones la “educación” más adecuada, a quienes tienen en su poder la formación de éstos incomprendidos individuos, es decir, la formación de sus maestros en lo relativo al S.A., incluyendo además a todos aquellos que conviven con ellos en el ámbito escolar, desde el ejercicio de la socio-educación,.

Finalmente, si el personal docente, administrativo y ambientalista es comprensivo, flexible y está dispuesto a ayudar, luego de ajustarse a las exigencias gerenciales desde el punto de vista de su formación y adecuación para el trato de los niños con mayor nivel de funcionamiento y en especial para con los niños que presentan S.A., éstos últimos serían capaces de adaptarse y actuar con poca ayuda de servicios especializados. Es clara la necesidad que dicho personal se encuentre familiarizado en este tipo de “síndrome”; siendo con ello, propicio el recordar un lema inspirado en el filósofo hispanorromano Lucio Anneo Séneca: “Docendo discimus”

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